La idea de mandar deberes en verano, se fundamenta en que los niños no pierdan lo que han aprendido durante el curso anterior. Sin embargo, los deberes no deben suponer una carga para los niños, ni para los padres.
El artículo 31 de la Convención sobre los Derechos del Niño reconoce «el derecho del niño al descanso y el esparcimiento, al juego y a las actividades recreativas propias de su edad y a participar libremente en la vida cultural y en las artes».
Las vacaciones están para descansar y son perfectamente compatibles con mantener el aprendizaje del curso. La clave está en no enfocar los deberes de verano igual que los deberes del curso, como una obligación. Hay muchas formas entretenidas de que los niños mantengan los conocimientos adquiridos y no lo vean como una imposición. Si cada profesor, manda deberes, los niños estarán tan agobiados y sus padres tan tensos como durante el resto del año a causa de los deberes.
Como con tantas otras cosas en niños, el ejemplo es fundamental. La doctora Mercedes Bermejo, vocal de la junta de gobierno del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid, apunta que es importante que «no haya una desconexión absoluta de todo lo que tiene que ver con el conocimiento adquirido», ya que «los padres también pueden estar en la playa y dedicar un rato a leer o a hacer crucigramas, a hacer cosas que desarrollen el cerebro», afirma la vocal del colegio de psicólogos.
Ser «partícipes de la curiosidad intelectual de sus padres ayudará a los niños a encontrar sus propios estímulos y, sobre todo, a vivir lo bonito, entretenido y divertido que es aprender ya no solo dentro del aula», ha señalado la psicóloga.
Si desde el colegio no se les ha mandado ninguna tarea «una buena alternativa puede ser establecer un tiempo de lectura, por ejemplo, de media o una hora antes de bajar a la playa o la piscina por las mañanas o incluso por las noches antes de dormir».
Hay también muchos juegos que se pueden realizar de sumas y restas para reforzar las matemáticas o incluso libros de actividades interactivos y divertidos, sobre lo que también es importante pactar previamente el compromiso que se ha de adquirir: completar una página al día o el tiempo dedicado a hacer ejercicios; para que a fin de cuentas «no lo vivan como una obligación más o una responsabilidad como las que tienen durante el curso, sino como un disfrute vivido en compañía de la familia», apunta Mercedes Bermejo.