“Visité un pueblo de las alturas, Iznájar, que me pareció más hermoso de lo que yo recordaba. Es un pueblo perfecto, de una blancura maravillosa, encalado hasta el frenesí y con el carácter secreto de los romances de García Lorca”, escribió Rafael Alberti cuando volvió del exilio en los años setenta del siglo pasado y se acercó hasta este hermoso enclave de la Subbética cordobesa donde había pasado unos días antes de la Guerra Civil. Y no le faltaba razón al poeta gaditano, que cuenta con una plaza a él dedicada en el barrio de la Villa. Este pueblo al más puro estilo andaluz, coronado por un castillo árabe a 533 metros de altura y que se eleva sobre un embalse considerado el lago más extenso de Andalucía, ya anuncia su belleza al viajero que se acerca por una ruta que discurre entre los infinitos olivares.
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