Este pueblo que tiene su propio rostro, sus propias facciones, distintas de los otros y reconocibles desde lejos. Pueblo del que todos debemos sentirnos responsables, pues hoy somos herederos y mañana lo serán nuestros hijos.
Hablo de Iznájar, del pueblo que se ama, del que se es; al que pertenezco no sólo por haber nacido sino por estar como marcado por su sello, absorbido por los sentimientos y vivencias primeras.
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